La ingeniera civil industrial y Analista de Gestión de Personas de Essbio, trabaja como voluntaria en la Fundación Hidroinngenia, donde ha participado de proyectos como el Hidro Móvil, un carro que entrega servicios sanitarios a personas en situación de calle.
Makarena Saez Mendoza es penquista. Estudió ingeniería civil industrial y prontamente fue profesora ayudante en su carrera. Ese trabajo con alumnas y alumnos despertó un sueño que actualmente tiene: “me gustaría ser profesora”. Lo dice, mientras cuenta que le gusta el trabajo con personas, involucrarse en mejorar su calidad de vida y en dar mayores oportunidades.
Lo anterior lo ha ido demostrando en su trabajo profesional y como voluntaria. En Essbio es Analista de Gestión de Personas, cargo que desempeña desde marzo de este año. Y lo segundo, lo hace en Hidroinngenia, una ONG chilena que busca reconocer y dar soluciones a los problemas de acceso al agua y saneamiento.
Mientras habla de ambos trabajos reconoce su amor por la región del Biobío, especialmente por algunos lugares de Concepción, donde combina la vida urbana con la naturaleza. “Me gusta el centro, tomar café con amigos, ir a un restorán y probar una copa de vino. Pero también hacer trekking en el Parque Ecuador o el Cerro Caracol”, cuenta.
Se declara una fanática de la cocina y de su familia. Dentro de sus libros favoritos se encuentra Inés del alma mía, de Isabel Allende, a quien admira “Es un referente para mí, ha logrado desarrollar una gran carrera en un rubro masculino”.
Cuando reflexiona sobre ser una agente de cambio, Makarena afirma que siempre ha sentido que tiene el deber de retribuir a la sociedad y agradecer. “Me siento una afortunada por todas las oportunidades que he tenido”. Por eso cuando habla sobre la responsabilidad de participar en RedBíos dice que “un agente de cambio es una persona que se moviliza no sólo a sí misma, sino también otros para generar cambios en beneficio de la comunidad”.
En ese contexto se interesó por este diplomado, buscando también compartir su trabajo como voluntaria en Hidroinngenia. “Partí como voluntaria en el área de investigación, investigando sobre agua potable rural en la región. Me ha tocado liderar el área de fondos y convocatoria y en 2022 asumiré como directora”.
La fundación tiene un reconocido trabajo desarrollando proyectos innovadores, de alto impacto, sostenibles y escalables, que promueven la gestión de accesibilidad al agua y saneamiento. Lo hace gracias a un equipo de voluntariado que se desempeña en temas como innovación social, innovación vinculada a inteligencia artificial y medición de huella hídrica, donde existe un área educacional y un plan piloto de medición a empresas: El año pasado realizaron una hackaton en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo, donde abordaron distintas temáticas sobre el agua y el desafío seis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Dentro de sus proyectos emblemáticos, se encuentra el Hidro Móvil, un carro que ofrece servicios sanitarios a personas en situación de calle y que lleva varios meses funcionando en el Gran Concepción. “Para mí, el agua es dignidad y poder llevarla a quienes no cuentan con ella es muy gratificante”, asegura.
Makarena explica que tanto en su labor profesional como en el trabajo con la fundación ha podido ver las desigualdades que están presentes en la zona. “Es urgente resolver las brechas que existen en el acceso a servicios básicos en la región. Sólo en Biobío hay casi 1000 personas en situación de calle, casi todos emplazados en el Gran Concepción. Ese número ha aumentado desde el estallido social y también el de asentamientos informales. Miremos por ejemplo que al lado del Mall Mirador Biobío hay un campamento, esa es una situación gravísima”.
Más aún, la ingeniera civil industrial dice que estas carencias conllevan una serie de problemas asociados. “Muchas veces las personas en asentamientos informales deben abastecerse con pinchazos a la red de agua potable o colgarse al tendido eléctrico y el Estado es consciente de esto. Si tú no tienes continuidad en los servicios de electricidad, ¿cómo le vas a pedir a un niño que estudie?, ¿cómo le vas a pedir que tenga buena salud? La falta de acceso a estos servicios, sin duda, debería ser un problema prioritario».
Sobre el futuro de la región, Makarena destaca el carácter universitario de la misma e inmediatamente plantea el desafío de darle mayor oportunidad a todos los jóvenes que acá se forman. Dice que Biobío necesita más recursos destinados al desarrollo local y que las políticas centralistas provocan una importante fuga de talentos.
Su experiencia en RedBíos también le ha permitido conocer iniciativas innovadoras en distintos ámbitos de la sociedad y cree que esos proyectos merecen apoyo, trabajo colaborativo y compromiso. “Espero podamos implementar al menos uno de los proyectos que hemos desarrollado durante el diplomado. Somos un grupo de profesionales con ganas de hacer cosas. Tenemos que ordenarnos y poner nuestra profesión y conocimiento al servicio de la región. La voluntad nos hace diferentes”, apunta.
Otro de los desafíos que tiene la región, según Makarena, y que se acrecentaron a raíz de la pandemia, es la proliferación de empleos informales y el aumento de horas de trabajo sobre todo a mujeres que asumieron labores de cuidado. “Nos hemos visto obligados a diversificarnos: ser cocineras, trabajar, ser profesoras, etc. Las mujeres siempre nos llevamos más parte del trabajo y la brecha salarial en cargos altos también está muy presente”.
Finalmente, sobre cómo le gustaría que fuera la región del Biobío en 2050, Makarena sueña con un parque automotriz reducido, con más ciclovías y proyectos sostenibles. “Me imagino un Biobío más verde y con más plazas de trabajo para que los jóvenes se desarrollen acá. Es muy triste tener que migrar porque no hay oportunidades”.